Juntos nos vamos de pesca
No pretendas que sean los líderes de las naciones quienes, con reglas y restricciones, resuelvan esto. No esperes que sean los científicos quienes eliminen hoy el virus con una vacuna. Tampoco creas que los únicos salvadores son los ángeles de la salud. ¡Basta de pedir y pedir, esperando que sean las autoridades quienes pongan el control y nos protejan! ¡No les dejemos toda la responsabilidad, ni les pidamos que sean nuestros salvadores del virus y del impacto económico al mismo tiempo! Para ellos, también es incierto todo esto. Lo único seguro es que no hay sistema de salud que aguante.
Tememos por nuestra vida, y por la de los seres que amamos profundamente. Cuando el ser humano hace consciencia de que enfrenta una amenaza personal, cambia rotundamente sus prioridades y está dispuesto a renunciar a tantas cosas banales porque cobra importancia lo que verdaderamente vale: la vida.
¿Qué significa estar en modo supervivencia? Significa que debemos adaptarnos lo antes posible, hacer el duelo YA de lo que sea a lo que tengamos que renunciar: nuestra libertad, nuestro trabajo, nuestro riesgo de perder el negocio, nuestro dinamismo, nuestra vida social, nuestra idea de que somos imprescindibles, nuestra juventud, nuestros hábitos. ¡Todo eso enfrenta hoy nuestro cerebro!
La resistencia humana, cuando enfrenta un cambio radical lleno de peligro boicotea cualquier proyecto o intento de cambio, y hace que neguemos la realidad. Tememos perder y banalizamos. Nos angustiamos hasta perder la capacidad de concentración o de reacción. Caemos en una contradicción, pues si creemos que resistiéndonos al cambio contrarrestamos la pérdida, en realidad solo estaremos acelerando el paso.
Toca distribuir las cargas y darle a cada uno lo suyo, pero también es esencial tener la tranquilidad mental para resolver los problemas que está generando esta situación.
Los líderes no pueden empujar solos el barco, los científicos no pueden apurar la solución si no los dejamos concentrarse en los vivos. No podemos extenuar a los ángeles de la salud y angustiar sus vidas personales.
Sosiega tu mente, y acepta la realidad tal como es. Hay incertidumbre, muchas cosas son desconocidas, pero puedes enfocarte en lo que sí tienes control, es decir, en todo eso sobre lo que sí puedes decidir hoy para asegurar tu vida, la de tus miembros vulnerables, la de tu personal y la tu negocio, ¡hasta donde puedas!
Escucha tus pensamientos, serena tu corazón, despierta tu poder de razonar y deja que el miedo y el amor sean el motor que empujen las acciones que pueden salvar tu vida y la de los que te rodean. Cuídate y cuida a los tuyos, a tus empleados, a tu familia, reorganiza todo responsablemente. Encierra a tus viejos y a tus mujeres embarazadas, deja a los niños sin parque y no hagas aglomeraciones en ningún lado. Convence a tus viejos de que no salgan, resuélveles la vida, pero no los abandones, llámalos todos los días. Reza, canta, pinta, baila, limpia en familia, y con tus trabajadores también. Por un lado, la producción continúa, y por otro, disminuye. La circulación se limita, pero el amor se riega con solidaridad y el virus se debilita.
Cuando el problema es de todos, la solución también lo es. La economía la volvemos a levantar, y a los más golpeados les tenemos que dar la mano y la caña. Después, a pescar nos vamos todos.