Un buen brainstorming o lluvia de ideas
¿Cómo opera una empresa que quiere llevar a cabo una cultura creativa?
Encuentro de Beatriz Manrique con Chacho Puebla
Una de las metodologías más conocidas es la “lluvia de ideas”. Ahora, generalmente, uno de los errores que cometen las instituciones es que para el Brainstorming o “lluvia de ideas”, todos los integrantes de varios departamentos lancen sus ideas a la vez. Eso está comprobado que no funciona, pues lo que suele ocurrir es que en grupos grandes son una o dos personas las que toman el control de la reunión, y son ellos quienes gestionan el mood (clima) de ésta, lo que ocasiona que se pierda talento, pues hay elementos que quizás por su timidez dejarán de aportar, o de pronto hay miembros muy vehementes con la palabra que no permiten, por su intensidad, la participación de otros.
Por esta razón, lo mejor es convocar grupos pequeños y además subdividir a los integrantes en subgrupos de máximo tres o cuatro personas, así ellos hablan, potencian sus ideas y luego pueden nutrir a todos los miembros sin que se pierdan los aportes de todos. Además, es importante que cuando se cite a las personas para la reunión, se les realice la solicitud de que aporten ideas para determinado tema. Así, cuando ya asisten a la reunión, llevan ideas más maduras. Ir a una reunión para recién allá pensar es ineficiente y hace que se pierda “una vuelta” de trabajo, así como mucho tiempo valioso.
¿Podemos decir entonces que una empresa puede aplicar deliberadamente una metodología para “despertar” las ideas de sus colaboradores e incentivar las soluciones creativas? ¿Cómo opera esto?
Sí, la metodología inicia con la división de grupos pequeños, hacerlos hablar como si dispararan las ideas, pero es más eficiente si se les ha anunciado previamente que traigan soluciones; a esto se suma que, al saber el tema que se busca solucionar, pueden también llevar a la reunión no solo ideas, sino una investigación que pueda contribuir como aporte para tener otras miradas y posibles soluciones al conflicto en cuestión. Si solo se trata de dar ideas, puede haber alguien que diga “no se me ocurre nada”, pero su aporte puede ser muy valioso si contribuye, por ejemplo, con las propuestas de otras empresas en relación a los conflictos de naturaleza similar que hayan afrontado, de otras propuestas que se hayan implementado para la resolución de sus problemas, y que en definitiva amplíen el punto de vista de ese grupo sobre cuál podría ser la solución al problema.
Parece que esta forma de trabajo hace que se analice una idea desde diferentes perspectivas. ¿Esto es exclusivo para un área, o es aplicable a diferentes departamentos?
Esta forma de trabajo hace que, cuando analices una idea, la puedas ver de diferentes lados. Los problemas que tenemos que solucionar no son exclusivos de un departamento, por eso la creatividad funciona en todos los lugares, y áreas como las matemáticas o las ciencias usan esta metodología de trabajo todo el tiempo. Si lo pensamos, no existe hoy algo así como una idea “pura”. Casi siempre, lo que nosotros estamos haciendo son mezclas de ideas. Por eso, mientras más mezclas y más aportes hay, mejor es la conclusión a la que se puede llegar. Por ejemplo, esta reunión que estamos teniendo ahora corresponde a la misma idea que se les ocurrió a los romanos, quienes se reunían para disertar; lo que ocurre es que ahora esa misma idea cobra forma mediante el Zoom, es decir, es una idea antigua a la que se han sumado los elementos que tenemos.
Pero en todo esto hay un elemento esencial, y es las condiciones emocionales que tienen que vivirse en un ambiente organizacional: la apertura es fundamental, y también la confianza. Es vital que quienes están a cargo del proyecto confíen en el resto del equipo. Una de las claves del éxito en mi carrera ha sido tener un equipo en quien confío ciegamente: nos entendemos, jugamos de memoria, nos conocemos mucho y sabemos lo que otros tienen para aportar.
Hoy vivimos emociones intensas por la crisis del covid-19, hay muchas personas que enfrentan una afectación psíquica y emocional importante. ¿Es este un terreno propicio para la creatividad? ¿Es el estrés positivo para crear, o por el contrario, es lo mejor un ambiente en que reine la calma?
En el tema de la creatividad hay dos escuelas o posturas, y hay organizaciones que se acogen a una o a otra. Así, hay empresas basadas en el miedo y la extorsión emocional. En estas, la amenaza es lo que impulsa su movimiento: “Si no haces esto, te vamos a despedir” es una frase que respondería, por ejemplo, a este tipo de dinámica. Eso funciona siempre y cuando las métricas que ellos tengan funcionen así. Por mi lado, yo me manejo con una métrica distinta. No creo en ese tipo de presión, ni en el clima del estrés como un estímulo. Además, cuando me voy a dormir quiero que haya más gente que piense bien de mí que la que piense mal. Para eso, creo espacios donde la gente se sienta cómoda, segura, optimista, pero con un optimismo no ciego, sino realista, que implica trabajar en las soluciones para que eso pase. Esto es complicado, el mundo de las soluciones es complicado. La mayoría de la gente no quiere buscar las soluciones: quieren que les den las soluciones, y cuando nosotros tenemos que ser los que generan esas soluciones, claro que es complicado. Primero nos van a criticar, vamos a cometer errores, pero creo que incentivar eso es una forma de generar un espacio para desarrollarnos como seres humanos. Cada uno de los que estamos acá somos los que podemos aportar de manera diferente.
Tú eres un creativo, y, además, eres emprendedor. Cuéntanos de tu empresa 23 Ríos, cómo la diriges y los resultados que has obtenido desde tu liderazgo creativo.
23 Ríos Craft Beer está en Mendoza, Argentina. Comenzó en el 2017. Lo manejo remoto, tengo dos socios allá, uno en la parte de relaciones y otro en el área operacional. Ha sido un caos: manejarlo a remoto es muy complejo, mis dos socios son muy poco tecnológicos, entonces lograr que estén en Zoom les costó mucho, no sabían usar herramientas de Google para ver información, además tampoco contaban con mucha experiencia organizacional, por tanto, les ha costado mucho. Así las cosas, qué es lo que ha ayudado, qué es lo que hemos hecho: en primer lugar, entender que estamos aprendiendo, y aplicar el concepto básico de curva de aprendizaje. Todos iniciamos en cero: ellos se sentían mal porque no sabían muchas cosas, además, de todos nosotros, ninguno había manejado una cervecería antes, y peor por remoto. Es necesario aprender e intentar que esa curva no sea muy plana, sino lograr que crezca de la forma más rápida posible, para lo cual hay que implementar un montón de metodologías, y eso fue lo que hice.
A pesar de que soy creativo, soy mucho de cuadros sinópticos, de datos, soy un obsesivo de los pensamientos: los análisis y menús creo que ayudan a que la creatividad sea mejor. Gracias a eso, hemos estado haciendo nuestra cerveza, y ha sido reconocida como la mejor de Mendoza, ha recibido una vez el premio argentino y dos veces el latinoamericano (si quiere conocer más sobre la premiación de 23 Ríos, vaya a este enlace: https://ecocuyo.com/23-rios-la-cerveceria-mendocina-que-saco-un-oro-en-la-copa-cervezas-de-america-2019/ ).
¿Entonces, la creatividad y la estructura no son características opuestas?
No, yo soy creativo, pero amante de las estructuras, esto no está peleado, sino que se complementa. La gente cree que la creatividad es un “chispazo”, pero en realidad es un proceso que dura mucho tiempo y se inicia desde que entiendes el problema, pero no termina cuando encuentras la solución, sino que luego hay que implementar esa solución y ver el resultado.
El caos tiene un papel fundamental en este proceso: hay momentos donde efectivamente tiene que haber caos, pues es donde nacen las ideas. Al principio del problema es el caos absoluto, no se vislumbra ninguna solución y lo que hago es dedicar un espacio de tiempo para ese caos. Por ejemplo, vamos a tener una hora para pensar en soluciones que resuelvan este caos; en ese momento las ideas te pueden llevar a donde sea, lo que haces es que la pelota no caiga nunca, es decir, que nadie se quede callado, todo el tiempo se está hablando, se está generando input para que la gente mantenga el pensamiento en movimiento. Todo lo que va saliendo en se momento se lo va mostrando en la pared, eso es fundamental, cualquier idea va allá, no importa incluso si la idea no está formada o si no sabes para dónde va, puede ser una sola palabra, “trueno”, “robot”, y así, durante ese tiempo, mientras más tienes, mejor. No recomiendo un espacio de tiempo muy largo para ese momento: puede ser una hora, dos días, no mucho más. Mientras esta dinámica se está generando, recomiendo “chequeos” de cada dos horas. En esa instancia se revisan las ideas, se hace un análisis de ellas y se eliminan las que se considera que no funcionan. Luego, se generan más ideas. Así hasta que ese proceso termina.
Pasado el caos, todo lo que sigue es un proceso controlado, medido, lo más riguroso que se pueda hacer, a no ser que quieras en tu proceso otro espacio para el caos. Yo sí me lo permito una vez más, al final de las ejecuciones. Esto es así porque después de tener algo teórico viene la práctica, y para producir la solución yo vuelvo a abrirla al caos, vuelvo a decir ¿esta será la mejor ejecución?, ¿no habrá otra?, y volvemos a pensar de vuelta si hay más ejecuciones. Esa es mi fórmula. En mi experiencia, la ejecución abre una nueva puerta que no habíamos visto antes. Las personas piensan de dos formas: ejecucional y conceptual. Si la persona que la pensó es conceptual, cuando llega la parte de la ejecución es mejor volverla a revisar con alguien que piense de forma ejecucional, y viceversa.
Las ideas son un proceso, ninguna está cerrada: a Dios no lo hemos cerrado, tampoco al amor, o a los gobiernos. Estos conceptos y muchos más son ideas en proceso…