Arriésgate a vivir plenamente
Escrito por:
Irene Miranda
Máster en Dirección de Empresas
Desde niños vivimos situaciones en las que sentimos vergüenza y miedo. Nos pasamos tratando de encajar y nos abstenemos de opinar distinto a los demás. No queremos ser estigmatizados por la sociedad, nos da miedo vernos gordos o no estar vestidos apropiadamente para la ocasión. ¡Nos aterra no llenar las expectativas!
Gracias a mi hija, conocí el trabajo de la profesora y autora de algunos libros, Brené Brown, y quedé gratamente impresionada. Ella ha dedicado su vida, entre otras cosas, a la investigación de la valentía, vulnerabilidad, vergüenza, empatía y liderazgo.
Estigmas sociales
Gracias a su enfoque en el libro “El poder de ser vulnerable” entendí que la vida es un constante enfrentamiento a la vergüenza, es saberse vulnerable y lograr que las cosas pasen a pesar del que dirán o de lo que creemos que opinan de nosotros. Debido a los roles sociales que nos han enseñado desempeñar, hombres y mujeres enfrentamos el miedo y la vergüenza de maneras diferentes. En mi caso, recuerdo ese sentimiento paralizante que me embargaba cuando iba al colegio de mis hijos. No lo entendí hasta ahora: me sentía observada, juzgada, como si de alguna manera yo hiciera algo incorrecto porque debía estar en casa en lugar de trabajar. Por otro lado, a muchos hombres les enseñan que su función debe ser la de proveedores, que su personalidad debe ser fuerte, que deben ser buenos deportistas y, bajo ningún concepto, demostrar sus emociones o peor, llorar.
Permítete sentirte vulnerable
Sin embargo, acallar los sentimientos es el peor error que podemos cometer, pues es esto justamente lo que nos hace humanos. Esas emociones que nos paralizan, ese sentimiento de vulnerabilidad que nos embarga nos da información valiosa que nos permite tomar decisiones más alineadas con quienes en verdad somos. Al contrario de lo que se piensa, el camino del éxito no se construye sobre la represión, sino que para ser fuertes y exitosos tenemos que permitirnos ser vulnerables; necesitamos aceptar que fallamos, que no somos perfectos, pero que, a pesar de no serlo, debemos intentarlo.
Para crecer, debemos permitirnos ser vulnerables. Intentar hablar en público aunque nos trabemos mil veces; escribir ese informe, aunque creamos que nadie lo leerá; hacer esa fiesta, a pesar de que nos da terror que nadie asista. Dar una retroalimentación firme al jefe, a pesar de tener miedo a la crítica. Todas esas acciones nos hacen más fuertes, nos hacen sentir que vale la pena intentarlo una y otra vez.
Cree en ti, tú puedes hacer la diferencia
¿Qué hubiera pasado si Galileo Galilei, Einstein, Van Gogh o Monet no se hubieran atrevido a romper esquemas y enfrentar la vergüenza, el fracaso? Y, sin embargo, ellos persistieron y vivieron plenamente.
Enfrentar la vergüenza es la única forma de superarla, como hacen los Alcohólicos Anónimos en su proceso de sanación: hablando sobre esa experiencia traumática y admitiendo que se tiene un problema. Ese reconocimiento es el mayor acto de valentía para lograr lo que queremos, y es necesario hacerlo con gratitud, alegría, creatividad, resiliencia, dejándonos llevar por la intuición.
Escojamos ser valientes. Sacudámonos de la zona de confort y busquemos constantemente el sentido de la vida, levantándonos cada mañana con un propósito. No lleguemos al ocaso convencidos de que no hemos vivido plenamente por miedo al fracaso o preguntándonos qué hubiera pasado si tan solo nos hubiéramos atrevido.