Límites en la vida
Escrito por:
Irene Miranda
Máster en Dirección de Empresas
Nuestra historia de vida se narra a través de los límites que vamos estableciendo en las relaciones humanas. De nosotros depende decir “sí” o “no”; pero tomar decisiones en contra de lo que en realidad queremos, solo nos resta salud, libertad y vida.
Las dificultades de poner límites
Establecer límites es un acto de amor propio que muchas veces puede ser visto como egoísmo, y si somos personas empáticas, es mucho más difícil ponerlo en práctica.
Ponernos antes que a los demás en una cultura como la nuestra, donde el rol de la mujer es ser la que sufre, la que aguanta, la que da a luz con dolor, la que muchas veces trabaja sin recompensa, la que espera al marido en silencio después de un fin de semana de fiesta, es ir contra corriente y transgredir la memoria genética que heredamos de nuestras madres y abuelas.
En mi caso, he tenido muchas dificultades – tanto en lo laboral como en lo personal – para decir “no”. En cada ocasión he cedido por miedo, para no hacer sentir a las personas incómodas, por evitar confrontaciones, por creer que amar equivale a sacrificio y entrega.
Los perjuicios de no poner límites: el daño a nuestra salud
Ha sido tanta la falta de límites y la necesidad de quedar bien con todos, que hace más de 25 años el estrés afectó a mi cuerpo con la enfermedad de Crohn.
Después del diagnóstico inicial, he tenido todas o casi todas las derivaciones de esta enfermedad, razón por la cual he tenido que pasar por diferentes tipos de medicamentos que han causado otras enfermedades y efectos en mi vida.
En esta enfermedad mucho ha tenido que ver la falta de amor propio; esto trae como consecuencia no poner límites y tratar de complacer a todos. Pero los resultados son amargos. Al final, no complacemos a nadie, no tomamos decisiones beneficiosas para nosotros, nos ponemos en segundo lugar e igual nos sentimos culpables.
Las limitantes de una enfermedad autoinmune como la mía, los dolores y la vergüenza de padecerla, no valen la pena.
Trazar los límites: cómo hacerlo
En las empresas familiares, cuando no ponemos límites, terminamos con el peor de los escenarios. Traemos los problemas y traumas familiares al plano profesional y generalmente estamos firmando el acta de defunción de la compañía.
Hay un momento en que el mayor acto de amor hacia la familia es poner límites, pero, ¿cómo hacerlo?
El primer paso es buscar ayuda para lograr romper paradigmas y conectar con nuestras necesidades. Es vital decir un “hasta aquí” y mirar hacia nosotros, no sólo hacia los demás.
El segundo paso es tomar el control de nuestras vidas, de nuestro tiempo, a pesar del miedo. Decir que “no” sin sentirnos culpables, y a pesar de la reacción negativa que puedan tener las personas a quienes les ponemos límites.
En este proceso, es vital reconocer el valor que tenemos dentro, y aprender también a recibir límites. Muchas veces, a quienes no sabemos poner límites, tampoco nos gusta recibirlos.
Tú decides a quién hacerle un espacio en tu vida. Si tu relación con tu equipo de trabajo es tóxica, pues es el momento de ponerle límites y retomar el poder, porque no poner límites es igual que las adicciones; terminan controlándote.
En mi caso, la consecuencia fue una enfermedad autoinmune. Perdí la capacidad de ponerme en primer plano y el estrés y la ansiedad por la falta de límites fueron el detonante.
Recomendaciones finales
Es tan importante poner límites en el exterior para poder tener un espacio seguro y armónico con el cuerpo y la mente. Así mismo, hay que diferenciar los límites que se ponen desde el ego, desde la necesidad de controlar al otro.
El estilo de comunicación es igualmente importante al momento de ser efectivos poniendo límites: con gritos no funciona, es mejor asumir la buena intención de la persona y pensar que el otro los transgrede por amor.
Cuando sea necesario, busquemos apoyo haciendo equipo, especialmente en casos importantes en la familia o la empresa. Dejemos claras las consecuencias tangibles por traspasar los límites.
Seamos asertivos en la comunicación: siempre amables y directos. Aprendamos a decir que “no”, a pesar de los reproches.
Aceptemos los límites que nos ponen los demás, entendámoslos como un acto de amor, como la evidencia de que hay la confianza para aceptar y recibir un “no”. No reaccionemos con el ego herido.
Todos tenemos límites. Al principio cuesta mucho entenderlo, pero es un acto de amor hacia ti y hacia los demás. ¡Actúa ahora! no esperes enfermarte para tomar el control de tu vida.